Los datos, el intangible por excelencia del siglo XXI, se han convertido en una de las materias primas más disputadas a escala global y, ahora, en una de las más reivindicadas por la Unión Europea, consciente de haberse quedado por detrás de EE UU y China en un ámbito con potencial para decantar la balanza del poder económico global. Tras haber perdido varios trenes en la llamada cuarta revolución industrial, Alemania y Francia quieren liderar la batalla europea por los datos. Las dos mayores potencias del continente apelan a la soberanía digital para tratar de no quedarse de nuevo en el andén.
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